Algo muy especial me sucedió inmediatamente, se dejó identificar. Hay una obra de arte en el medio de la escena. Sí. La escenografía no hace de escenografía.
Volví a un libro de Hugo Mujica, en realidad a Heidegger.
“La obra de arte es la puesta en obra de la verdad”, obra de arte cómo develamiento. Ese mundo de cables, parlantitos, pedazo de silla y todo lo que “no es” ese gran enredo. Ya era muy cautivante contemplar a ese hombre queriendo penetrar en lo impenetrable. El hombre desierto, y la obra de arte que lo fagocita. Si el hombre desierto sigue moviéndose, la obra de arte seguirá fagocitándolo. El hombre desierto cae en sus redes.
Lo llamo hombre desierto, porque el personaje de Hernán Muñoa es terriblemente angustiante, da bronca que todo el tiempo quede en evidencia su errancia. Dan ganas de gritar muy fuerte. O de cachetearlo.
No sé en qué momento exactamente pero se me vino El acompañamiento de Gorostiza. Se me vino descuartizado, todo partido en millones de partes. Empezaban a aparecer satélites. Tal vez había que esconderse o resguardarse de la familia, sí, es que existía la familia. Pero ahora no, todos los otros personajes aparecen como satélites, se mueven, entran en este espacio de lo no cuajado. A diferencia del acompañamiento de Gorostiza aquí no hay reclamo por dejar una vida formal y socialmente aceptada, el reclamo de los otros ahora es: ¡Ocúpate de mi desierto! Sentencia subliminal y a la vez desocultada a través del lenguaje que le pusiste a toda la obra.
“…En la obra, está en obra la verdad, no solamente algo duradero, la obra de arte no se limita a proclamar que sea ese existente como ése, sino que deja que el desocultamiento como tal acaezca en relación con la totalidad de lo existente. Cuánto más simplemente y más esencialmente se limite a presentarse la obra, cuánto más indecorada y pura la fuente de su esencia, tanto más directo y ocupador será con ellos todo existente, más existente. De esta suerte se ilumina el Ser que se oculta, acomoda su parecer a la obra, el parecer acomodado a la obra es lo bello. La belleza es un modo de estar presente en la verdad…”
(Esta es una cita de Heidegger que está en un libro de Hugo Mujica “La palabra Inicial”)
Creo que esa frase resume lo vital que es la escenografía, todo el tiempo, en la muerte de Brian. Está marcando los caminos, esto no es en desmedro de la dramaturgia, ni de las actuaciones, ni de las luces, todo lo contrario, cada acercamiento de cada una de las partes es más gracias a ella.
Me gustó la obra, me acompañó en un proceso mío, me deja aprender. Hay un detalle. No sé qué me pasa, pero no me reí tanto como los demás, es un tema mío, no me cabe ese humor. Si bien hubo dos o tres fogonazos muy audaces en los que sí me reí.
Qué bien!
Están incomunicados…
Ha muerto el perro,
Pero no,
Afuera.
Ha muerto
muy envenenado,
picado por
serpientes negras
quietas,
Pero no afuera.
Aquí,
en el centro
de todos.
………..
Celina.